¿Los grafitis son arte o vandalismo?

El skateboard, el hip hop y los grafitis han coexistido desde los años 70 y 80 hasta el punto que es difícil pensar en uno sin asociarlo con los otros. Actualmente, muchos parques de skate sirven de santuarios para la autoexpresión del grafiti, y nadie se queja de que sea vandalismo.

Pero en el resto del mundo, puede que no sea tan obvio. Los grafitis pueden interpretarse como un deterioro en las comunidades, una monstruosidad o un indicio de desintegración social. Se considera que son un elemento de la teoría de las ventanas rotas, la idea de que incluso los pequeños indicios de desorden en una comunidad conllevan a más desorden, lo que finalmente se intensifica con guerras de bandas y con el quebrantamiento de la ley y el orden (reiteramos: es una teoría).

Sin duda, la realidad está en un punto intermedio. Las personas que pintan grafitis se ven como artistas que se expresan mediante un lienzo público. Y la estructura de los grafitis (su material y sus técnicas) es la base de las expresiones artísticas urbanas más imaginativas, bonitas y emocionantes que existen ahora mismo, todas con la aprobación de los propietarios y de las comunidades.

Así que, preguntamos a artistas y académicos en la materia si pensaban que los grafitis seguían en el espectro arte-vandalismo. Alex Harvey es cofundador y jefe de proyecto de Blank Walls, un grupo que comisiona y dirige proyectos de arte urbano en Australia y Reino Unido. Dan Pearce es un artista de medios mixtos que recientemente ha trabajado para Anthony Joshua, Rag’n’Bone Man y 50 Cent, entre otros. Y el profesor Andrew Kulman es de la Escuela de comunicación visual de la Universidad Ciudad de Birmingham.

¿Podría el arte convertirse en vandalismo?

Como es lógico, la idea de que la expresión artística pudiera considerarse vandalismo no está extendida entre los artistas. «El grafiti es 100 % arte», afirma Pearce. «Es un símbolo de rebeldía; presenta una nueva y fantástica forma de creatividad, pero lo que hace que sea arte es la opinión personal. Creo que cualquier cosa es arte si tiene un significado para ti». Pero hay una línea moral que no se debe sobrepasar. «El grafiti podría categorizarse como vandalismo o 'garabato' cuando es un parche al azar en cualquier pared vieja y sin significado», asume Pearce.

Se necesita hacer una distinción importante entre el grafiti y el arte urbano. «Hay diferencias clave entre los dos y una contradicción en la manera en la que se trata a cada uno en la Era Moderna; a la vez, ambos se refieren variablemente al 'arte en la calle'», dice Harvey, y puntualiza que «es solo desde el nacimiento de la publicidad que hacer grafitis en público se ha vuelto ilegal».

Kulman reitera la visión de Pearce de que no hay límites morales, pero insiste en que esa decisión depende básicamente de cada artista: «La respuesta a esta pregunta es si el grafiti profana o destruye la propiedad pública», comenta. «Muchos artistas que pintan grafitis creen que la propiedad pública es el mejor lienzo para exhibir su trabajo artístico, sobre todo si manifiestan opiniones sociales o políticas».

«Curiosamente, ciudades como Ámsterdam o Berlín adoptan el grafiti como un bien cultural y los turistas hacen visitas guiadas por los puntos más destacados. Creo que es necesario que haya una distinción clara entre lo que consideramos etiquetado, grafiti y arte urbano. El último es el que normalmente encargan los ayuntamientos y las comunidades. Las posturas con respecto a los grafitis han cambiado considerablemente en las últimas dos décadas; ciudades como Bristol han sacado el máximo partido a la fama y notoriedad de Bansky, y los críticos de arte respetan su trabajo».

 

La duda de la credibilidad

En algún momento, ¿podrían oficialmente considerarse el arte urbano y los grafitis culturalmente admisibles? ¿O necesitarían tener un límite establecido para que fueran lícitos? Dan Pearce no tiene duda alguna: «Solo tienes que dar un paseo por las calles del este de Londres para ver la magnitud de los proyectos de grafitis que han transformado el área en un inmenso lienzo artístico y han ayudado a que los grafitis estén bien vistos». Ahora a los grafiteros se les llama artistas murales, ya que se especializan en proyectos enormes.

«Artistas como Shep Fairey y Retna expanden por completo los límites y no solo pintando paredes, sino bloques enteros de edificios con varias plantas». Estos murales gigantescos son piezas extremadamente complicadas que requieren planificación e imaginación, que contienen elementos artísticos como el color y la composición, y que muchas veces abordan cuestiones de igualdad social. Necesitan una gran capacidad de organización que implica a los ayuntamientos locales. Son 100 % admisibles».

Una vez más, Harvey hace hincapié en una distinción importante: «el arte urbano es una extensión del grafiti y creemos que puede ser una herramienta para revitalizar los espacios públicos», señala. «Gracias a nuestros años de experiencia en la industria artística hemos aprendido que al aumentar el uso de diseños complejos y al introducir temas de inclusividad y respeto a la comunidad en general, el resultado del trabajo artístico minimiza intrínsicamente la probabilidad de vandalismo en esa zona. Un ejemplo es el mural del Día del Recuerdo en 2018 de Jerome Davenport (más conocido como Ketones6000)».

Kulman sí ve una posible pérdida de credibilidad con un trabajo desaprobado oficialmente, pero es importante reconocer que puede tener valor y no necesariamente alejarse de la forma de arte subyacente. «Creo que cuanto más nos acostumbrados a ver cómo invade zonas donde no se ha visto, más impacto pierde», afirma Kulman. «Los parques o paredes designados para grafitis parecen tener menos efectividad que aquellos creados con imaginación en zonas ruinosas o descuidadas». La aceptación social del grafiti solo conllevará a que aquellos practicantes más subversivos vayan más allá de los límites y sean más extremos.

«Como cualquier arte socialmente comprometido tiene que haber un propósito o una intención, tanto si es simplemente una expresión artística como una manifestación política, social, humorística o irónica. El etiquetado es una manera de vida codificada para las bandas grafiteras y puede verse como algo arbitrario para aquellos que no estén al corriente de esta cultura. Algunos de los grafitis más efectivos tienen el poder de sorprenderte y emocionarte a medida que pasas o conduces por delante».

 

¿Existe un grafiti malo?

Si toda la expresión humana es válida, le sigue la de que no hay un grafiti malo. Como dice Pearce, «si se han invertido tiempo y esfuerzo para que sea una pieza de arte bonita, abstracta o fascinante, entonces es una forma artística. Si es bueno o malo, eso lo decide el espectador, pero cualquier cosa es arte si tiene un significado para ti».

Kulman asiente que: «No, no hay un grafiti malo, solo un grafiti, como expresión visual personal cualquier grafiti es una demostración válida», afirma. «La gente puede que discuta que la elección del espacio o superficie puede estar mal planteada o ser antisocial, pero el hecho de que exista sugiere que alguien intentó crear su huella. Estéticamente, todos podemos determinar qué consideramos como una pieza de grafiti lograda, pero nos arriesgamos a adherirnos a una idea preconcebida de los valores del arte occidental en algo que podría desafiar el significado cultural».

La escritura no está en la pared

El aporte principal de artistas y académicos es que es fundamental la preservación del arte urbano y del grafiti como formas de expresión admisibles y valiosas. La duda del vandalismo siempre surgirá cuando se discuta un grafiti, pero en realidad, es raro ver que un grafiti no aporte nada a su entorno. Para los artistas urbanos que se suben a la escalera a pintar, se trata todo de conciencia social, comentarios, críticas, humor, talento y consideración.

La mayoría de nosotros podría pensar en docenas de monstruosidades en nuestras localidades que las han pagado y aprobado las autoridades locales; vallas publicitarias horribles, proyectos de vivienda irreflexivos, sistemas de carreteras en expansión que no tienen zonas peatonales. Y, de alguna manera, se han aceptado a regañadientes. La hostilidad hacia la expresión del grafiti puede empezar a parecer como algo culturalmente más problemático.

Si el grafiti incide en un daño criminal, eso es asunto de la ley. Pero cuando se manifiesta, libera emociones y se ve tan llamativo y emocionante como lo pueda hacer el mejor arte, entonces los críticos no deberían confundir el "no me gusta" con el "es vandalismo".

Algunos artistas que buscar

Entonces, ¿cuáles son los artistas que actualmente realizan los trabajos más interesantes? ¿Quién mejor para preguntar que a Alex, Andrew y Dan?

Alex Harvey

Jerome Davenport (Ketones6000). Sin ser subjetivo porque sea mi socio, es verdaderamente el artista que más respeto y al que se le respeta en muchos ámbitos. Su trabajo nunca deja de sorprenderme y el significado que hay detrás de su trabajo está siempre bien planteado, influye positivamente en las comunidades que logran ver su trabajo.

Kobra. Solo por todo lo que ha conseguido a escala mundial. Actualmente, es uno de los artistas más grandes y respetados del mundo.

Vhils. Un estilo único. Respetado mundialmente.

Joel Artista. Promueve proyectos artísticos basados en la comunidad por todo el mundo, explora temas sociales y se implica con la juventud para fomentar un cambio social positivo.

PichiAvo. Un dúo artístico español muy respetado.

Rosie Woods. Una de las nuestras y, en mi opinión, una de las mejores artistas femeninas.

 

Andrew Kulman

Kid Acne and Phlegm. Me gusta el trabajo de estos grafiteros de Sheffield.

Space Invader 👾. Disfruto al cruzarme con este artista que utiliza los mosaicos en su trabajo

 

Dan Pearce

Ben Eine. Soy un gran fan de Ben. Es uno de los artistas tipográficos con más éxito del mundo y se le considera pionero en la exploración del arte tipográfico contemporáneo. Pintó un mural tan grande que se puede ver desde el espacio.

Sen2. De la época dorada del grafiti durante los años 80, fue uno de los fundadores de Mad Crew. Actualmente, ha pasado de la clásica escritura del grafiti neoyorquino a una combinación de estilos de letras gráficas con elementos 3D, conceptos del pop art y técnicas de arte abstracto. Recientemente le encargaron pintar las pistas de tenis del Open de EE. UU.

Shepard Fairey. Pintó enormes murales en las ciudades más grandes y siempre ha sido abierto en relación con temas sociales y políticos controvertidos. Dona y crea trabajos artísticos para promover el conocimiento de los problemas sociales y la igualdad.

Opake One. Un grafitero afincado en Londres que ha desarrollado una técnica de pintura distintiva que combina tanto imágenes ilustrativas como elementos del grafiti. (Actualmente, colaboro con Opake One en trabajos artísticos para una futura exhibición conjunta en Artisan Gallery el día 7 de diciembre de 13:00 a 17:00).